Esta época de fin de año se caracteriza por los cambios ya sea trabajo, de casa, colegio, etc. El exceso de obligaciones, de compromisos, de fechas límite, de preparativos y así se podría seguir enumerando lo que ocurre, cada año, entre el 1º de diciembre y el 1º de enero cuando toda esa adrenalina y todo el esfuerzo realizado parece “resetearse” para volver a empezar.
De hecho, según los especialistas, en diciembre abundan las consultas médicas por contracturas, angustia, tensión e ira, trastornos del sueño, dolores de espalda y cabeza, cansancio crónico, depresión, hipertensión arterial y malestares físicos en general. Por todo esto, se hace foco en la importancia de disminuir la ansiedad y bajar el nivel de estrés.
Debemos pensar en las fiestas como una oportunidad para practicar la aceptación y la tolerancia hacia quienes nos rodean, sabiendo que el mundo no está siempre cortado a la medida de nuestros deseos. La idea, tanto al pensar en las comidas de noche buena y víspera de año nuevo como en las vacaciones, es tratar de conjugar siempre los deseos de todos y todas, favoreciendo el diálogo.
En cualquier caso, lo importante es no dejar para último momento las obligaciones, porque tarde o temprano habrá que hacerse cargo de ellas, con la diferencia de que habrá menos tiempo. Sin dudas, hacer algunas cosas con antelación ayuda a disminuir el nivel de ansiedad y estrés. Por otro lado, para hacerle frente al estrés y la ansiedad suele ser útil y tener claro cuáles son los estímulos o situaciones que lo disparan.
Claves para identificar el estrés de fin de año:
Entre las señales a las cuales es recomendable prestarle atención se cuentan:
– La irritabilidad
– Las fluctuaciones del nuestro estado del ánimo
– La excesiva autocrítica
– La dificultad para concentrarnos y tomar decisiones
– La preocupación constante respecto al futuro
– El miedo a fracasar
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