Uno de cada cuatro niños en edad escolar tiene algún problema de visión. El más común es la ambliopía (ojo vago), pero entre las alteraciones más frecuentes están también la miopía, el astigmatismo, la hipermetropía y el estrabismo. Por ello es muy importante detectar si tu hijo ve bien y acudir al oftalmólogo.
Muchos de los problemas visuales se manifiestan en el colegio, cuando el niño comienza a leer y a escribir y tiene que ver la pizarra. De hecho, se estima que un 30% de los casos de fracaso escolar se deben a problemas de visión, ya que la vista es la vía mayoritaria por la que se recibe la información. Así, hay algunas señales relacionadas con el aprendizaje que pueden alertar de que tu hijo no ve bien:
Si el fallo visual se ha producido desde las primeras etapas de su vida, el niño no tiene referencias normales de lo que significa una visión óptima, por lo que puede que no se queje ni indique que algo no va bien. Son los adultos, en el colegio y en casa, los que tienen que observar si hay algún síntoma anómalo.
CONSEJOS PARA PREVENIR PROBLEMAS VISUALES:
Examen visual desde los 3 años. Es conveniente que los niños acudan al oftalmólogo a partir de los 3 años, pues es desde ese momento cuando se le pueden aplicar con garantías ciertas pruebas de agudeza visual. Desde esa edad y hasta los 14 años, la vista del niño ha de ser revisada cada 2 años.
La historia familiar. Algunas afecciones oculares son hereditarias, por eso es importante que preguntes a tus familiares si hay antecedentes de problemas con la vista. De ese modo podrás realizar los controles preventivos necesarios. Si los dos o uno de los padres son miopes, sus hijos tienen más probabilidades de tener miopía.
Cuida su alimentación. La importancia de los ácidos grasos Omega 3, en concreto del DHA, para evitar la pérdida visual ha quedado demostrada científicamente. Haz que en su dieta abunde el pescado rico en Omega 3, como el salmón o el atún. También los vegetales de hoja verde proporcionan una protección interesante para la vista.
Lavarse las manos con frecuencia. Y, sobre todo, siempre antes de tocarte los ojos. Las manos son una excelente puerta de entrada para todo tipo de infecciones que afectan a los ojos, como la conjuntivitis.
Lentes de sol. Los lentes de sol no solo evitan los deslumbramientos del sol, sino que protegen tus ojos frente a la radiación ultravioleta que puede causar cataratas y lesiones oculares, y los protege frente a agentes externos como el polen o el polvo.
Pausas al leer. La lectura, ya sea en libro tradicional o en e-book, causa fatiga para la visión, por lo que resulta imprescindible hacer pausas al leer. Los expertos recomiendan descansar, al menos, cinco minutos por cada hora de lectura.
Alterna la distancia al leer. La fatiga visual se produce cuando la vista se concentra en un solo punto durante un largo periodo de tiempo. Para evitarla, conviene ir alternando la atención entre puntos cercanos y lejanos.
Revisa la distancia de lectura. Deberías hacerlo leer o estudiar a una distancia de entre 30-40 cm con respecto al papel. Si no es así, y necesita acercarse más, acude al oftalmólogo.
Asegura una buena iluminación. Para leer se necesitan condiciones especiales de iluminación para no dañar la vista. Lo ideal es hacerlo con luz natural, pero si no es posible, se debe contar con una fuente de luz de 60 vatios. Si es diestro, la luz deberá venir de la izquierda, y si eres zurdo, de la derecha. Es la forma de evitar sombras que te obligarán a forzar la vista.
Desde los seis meses de edad, el pediatra somete al niño a revisiones oculares para detectar posibles anomalías, pues los defectos visuales son más fáciles de corregir con una detección precoz. Por ejemplo, en el caso del ojo vago es esencial hacerlo cuanto antes para que no haya pérdida definitiva de visión. Además, si en la familia hay antecedentes de problemas oculares, como la miopía, es muy importante ponerlo en conocimiento del médico para hacer un estrecho seguimiento del niño.
En todo caso,haya o no problemas previos, la recomendación de los expertos es que los niños se sometan a una revisión ocular cada 12 meses a partir de los tres años y siempre que den muestras de alguna alteración.
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